El señor Faro o el señor Luz, como prefiera.
El mar, la costa y la noche. Todos los elementos del drama están presentes, solo falta que hable el actor principal.
Hablar a los marineros que divagan por los mares es cosa difícil, inaudible, imperceptible, nadie oye a nadie, los sonidos de la naturaleza ensordecen el lenguaje, aquí ni siquiera hay una Babelia, una torre de mil idiomas, de mil pueblos, de mil opiniones.
Una invisible e imperceptible frontera separa los dos universos, sólido y líquido, dos territorios negación el uno del otro, movimiento y quietud, sosiego y misterio, masculino y femenino, vida y muerte, todo está allí.
El actor principal no puede cantar, recitar o murmurar, solamente puede iluminar, brillar por instantes, haciendo gritar la Luz, diciendo  ¡Aquí, estamos aquí! con haces de brillo, relámpagos de hogar, señales de esperanzas, ruidos lumínicos.
El drama puede empezar.