Cuento.
La Torre.  
شمال | شرق | جنوب | غرب
…no hace calor ni frío, la temperatura es ideal, no agobia, no molesta, no existe. El aire esta quieto, no se mueve, no se desplaza, no importuna… es un microcosmo… todo es plano, o casi plano… estoy situado en una pendiente tan ligera que solo es una percepción que desciende frente a mi y más adelante todo se vuelve plano y no se notan más montículos de ninguna índole… todo es infinito y todo es de color amarillento, ocre, tierra quemada…. el cielo no marca diferencia cuando se funde en el horizonte… todo es un todo… la luz es la luz de la hora indefinida, no es luz de día, ni es luz de noche y si de algún momento de la jornada se trata, será más bien de un momento mañanero que de atardecer… esta luz es una luz de principio, no de final… es una luz de neblina, atraviesa el cielo como si pasara por unas motas de algodón y deja ver el horizonte, o acaso no existe horizonte en este mundo y el cielo y la tierra son una sola y misma cosa, un solo y mismo espacio infinitamente cerrado sobre si mismo… ensimismado… no hay sol o no se ve, no hay vegetación, solo unas diminutas piedrecillas de diversos tamaños y formas, pero todas pequeñas porque ninguna resalta en el paisaje… nada más que esto, tierra, cielo y yo… con una sola excepción, una torre que se sitúa a unos quinientos pasos por delante de mi… bueno… no estoy seguro de la cantidad de pasos, quizás sean unos trescientos o unos mil, porque la torre no parece tener medidas, aunque lógicamente debe tener unas, pero parece que le son propias, que son de ella misma y no nos las quiere revelar… esta es mi sensación viendo esta mole de adobe… me acerco un poco para verla mejor… es ligeramente más estrecha arriba que abajo y tiene los mismos tonos de color que el suelo circundante… camino y poco a poco se va aproximando… es un edificio extraño y trato de proporcionarlo comparando su ancho con su altura y me parece que es ocho veces más estrecho que alto… apenas lo alcance contaré los pasos de un lado a otro para poder evaluar su altura… para mi siempre ha sido importante que las cosas, los objetos y las personas tengan un valor medible, supongo que se trata de una actitud un tanto pueril… algo que traigo conmigo desde mi más tierna infancia, como si tener una información medible de algo o de alguien me tranquilizara… no solamente mido lo externo, mido también lo interno y sobre todo me mido a mi mismo… mido mi peso y mi altura, mi cantidad de azúcar en el café, mis años de vida, los que me faltan, mido mis tallas de camisa y mido mis tallas de calcetines, mido mi cantidad de amigos y de seguidores en mis conexiones con el universo, mido mis novias, mis compañeras, mido mis cuentas, mis deudas y mido mis pasos… en fin, a todo tengo que ponerle un número, una medida o un peso… cosas raras que tenemos algunos… mientras les contaba esto, llegue al pie del edificio, un edificio definitivamente extraño, una especie de monolito sin puertas ni ventanas, por lo menos por el costado por el cual lo acabo de abordar, su conexión con el suelo es indefinible, invisible, prácticamente inexistente como frontera, no hay limite, ni línea que marca el cambio de material, forma o uso… esta unión con el suelo es una continuación del mismo, es un sinfín suave, del mismo color y con las mismas texturas del suelo, sin embargo el cambio de material es perceptible al levantar la mirada… se pasa desde los tonos opacos característicos de las tierras y las arenas a unos tonos macizos, unos tonos metálicos mates que no reflejan ningún brillo directo, solo unas variaciones en los matices metálicos refuerzan la pesadez y la imponente masa del edificio… ¿qué tan alto será?... me aparto de la pared unos diez pasos… mis pasos son de ochenta centímetros… los medí el día de mis diez y ocho años… soy preciso… ahora camino en paralelo al edificio y cuento sesenta y dos pasos y medio de una esquina a otra, unos cinco mil centímetros… exactamente cincuenta metros por una altura de cuatrocientos metros…esa es la pared más grande con la que yo me haya topado en la vida… veinte mil metros cuadrados de metal… ochenta mil por las cuadro paredes… unas dimensiones inauditas para un edificio que hasta ahora no a mostrado ninguna fisura, solo una pared lisa, ni una ventana, ni una puerta, ni siquiera un orificio diminuto, nada… me acerco otra vez al paredón y lo observo, difícilmente porque el sinfín —la unión con el suelo— es una curva de unos dos metros de radio y me tengo que inclinar para tocar la torre… es ligeramente más fría que yo, le calculo unos treinta grados Celsius de temperatura, una temperatura muy agradable… la superficie es ligeramente arrugada, como si hubiera sido víctima de algún viento arenisco… las rugosidades pueden tener uno o dos milímetros de profundidad en algunos casos pero la mayoría solo alcanza un milímetro o menos… supongo que en la parte alta será diferente, dependiendo de la altura a la que el viento desplace la arena habrá más o menos asperezas… algunas grietas diminutas recorren ciertas partes, pocas realmente, de la base del edificio… algunos impactos un poco más profundos se ven en ciertos segmentos, como si unas piedrecillas hubieran impactado violentamente haciéndole cosquillas al edificio… otras manchas aparecen cuando me desplazo, son variaciones del color como si hubieran frotado ciertas partes con algún cepillo, una tela o un papel… una marcas de agua también aparecen entre mota de polvo, como vestigios de una llovizna antigua, una humedad o una inundación pasada… el polvo también es irregular, parece haberse acumulado más en la primera esquina, unos diez metros a mi derecha… decido darle la vuelta a la base de la torre pare descubrir sus otras caras… sigo observando la superficie de la pared por si aparece algo diferente, alguna señal o huella que me indique si otra persona o animal ha pasado por aquí recientemente… nada, no veo nada fuera de lo que ya me parece ordinario… miro de reojo hacia arriba… el efecto es abrumador… la mole es anónima, no dice nada, no da ninguna señal de vida, no muestra ningún indicio de quien la pudo haber construido y mucho menos de cómo… el metal a veces parece ser solo estuco o el estuco solo parece metal… es complicado definir su composición… ¿de que esta hecha?... imposible saberlo a ciencia cierta porque tocarla es complicado por la curvatura del sinfín y quizás anteriormente solo haya palpado la extensión del mismo suelo… metal, me convenzo que es metálica por la textura de sus brillos mates… camino poco a poco acercándome a la otra esquina… me alejo unos pasos de la pared para poder contemplar esta esquina en todo su esplendor… es curva, esta esquina es curva al igual que la primera que vi… parece que las únicas líneas rectas son las superficies de esta mole que parece extractada de un molde, como si hubiera sido vaciada y puesta al revés, boca abajo… otra vez me aparece el ¿como?, antes que el ¿que?, el ¿quien? o el ¿por qué?... primero las medidas y los procesos que las preguntas filosóficas… sin embargo esta vez no importa porque es imposible tener una respuesta medianamente lógica a la pregunta de ¿como se construyo esta edificación?... tampoco las otras preguntas tienen un asomo de respuesta… solo puedo usar mi imaginación para resolver estas incógnitas… solo las elucubraciones tienen sentido por ahora… no existe ningún pueblo cercano… ni se como llegue hasta aquí, ni para donde voy, solamente se que soy un caminante que recorre este mundo sin saber que deja atrás o encontrará por delante y que se topo con esta especie de atalaya… en fin, aquí estamos y le estoy dando la vuelta buscando alguna respuesta… la segunda cara es similar a la anterior, no obstante parece que el viento la roció con más polvos y arenas y este lado del edificio se ve algo más castigado y cuarteado que el anterior, pero la diferencia no es mayor y solo se aprecia desde cerca… el tiempo pasa lentamente, no tengo prisa y observo las superficies con atención, buscando algo que me llame la atención, algo que me revele algún secreto, pero probablemente no encuentre nada con una simple observación… sigo caminando hacia la otra esquina, paso a paso, metro a metro y al cabo de un rato llego hasta ella para darme cuenta que esta tercera cara es similar a las anteriores dos con una diferencia notable… desde arriba, es decir desde una altura de unos cuatrocientos metros hasta alcanzar unos ciento cincuenta metros y bordeando la otra esquina, es decir la esquina que sirve de empalme con la cuarta cara hay una mancha, enorme, una especie de desteñido debido a una fuga de agua o de algún liquido que genero formas abstractas, casi orgánicas y verticales, como si desde el cielo una fuga se hubiera empecinado en marcar a la torre, una perseverante lluvia que debe haber durado durante mucho tiempo… en el suelo se ven marcas del paso de las aguas que dejaron huellas y pequeños riegos, ahora secos y que el viento no se molesto en borrar … ¿qué hora será?...  ¿cuánto tiempo llevo aquí?... no lo se… no importa… me falta observar la cuarta cara, de la cual no espero mayor sorpresa, supongo de debe ser igual a las tres anteriores… pero no, no es así… al descubrirla veo sorprendido que cerca de la tercera esquina, a unos diez o doce metros del canto hay encajados en una ranura de unos 30 centímetros de profundidad unos escalones que suben hasta la cima, sin ningún tipo de descanso… estos escalones son barras transversales de unos 60 centímetros de ancho agarradas de los laterales de la ranura, espaciadas cada 25 centímetros, una encima de otra, infinitamente, hasta donde la torre alcance, hasta donde la cima de la mole se confunde con el cielo infinito…
/s